Personaje de ficción, nacido de la pluma de Sr Arthur Conan Doyle, Sherlock, trabaja como asesor de la policía británica gracias a su método de deducción científica que aplica a todos los ámbitos de su vida y profesión. Quien le iba a decir a su creador, que casi un siglo y medio después, el increíble Sherlock se adaptaría al mundo moderno en un guión televisivo que dejaría leer entre líneas cargadas de ironía, su condición sexual, tan cuestionada siempre, y su afición a la cocaína, conocida por la mayoría.
Benedict Cumberbatch da vida a este egocéntrico y brillante detective que se mueve por el Londres moderno como un gato callejero a paso rápido y furtivo, como no, con la compañía del torpe pero leal colega, el querido doctor Watson (Martin Freeman).
Juntos, en episodios más largos de lo habitual, una hora y media, solucionan las intrigas que al resto del cuerpo de investigadores se les escapa en sus propias narices. Una gran apuesta que deja adivinar un gran presupuesto y que arriesga al escoger un tema que muchos considerarían triturado y exprimido hasta el fin de su existencia. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el público ama con locura a este nuevo déspota salido del siglo XIX, tanto por su estética victoriana como por su personalidad arrogante.
ARTHUR CONAN DOYLE
Médico de profesión y escritor detectivesco, Arthur Conan Doyle, intentó hace mucho tiempo acabar con Sherlock Holmes, enviándolo así al cajón del olvido. Pero un público insistente hizo que el querido detective no tuviera otra alternativa que resucitar y volver a habitar su desordenado apartamento en Baker Street.
Como un Cervantes británico, creó a un personaje que pasó la barrera de la ciencia-ficción para instalarse en la realidad de muchos. Pero ya le hubiera gustado a Cervantes que su loco de los molinos de viento, caballero manchego, corriera la misma suerte que este curioso detective que al pasar los años, gana en físico y personalidad. Al igual que el doctor Watson, que gracias a los nuevos formatos, ocupa un lugar más destacado en las historias, dejando atrás su pasado de torpe ayudante y ocupando el lugar de fiel amigo.
Eso sí, lo que no sabría el pobre médico, es que a la historia de la saga de aventuras se unirían los rumores de una adicción compartida con su personaje: el consumo "moderado" pero constante de cocaína. Pero esto no es motivo de rechazo, al contrario, da tanto al creador como al creado, un plus de confiaza. Porque siendo sinceros, lo que más gusta de este arquetipo de Sherlock Holmes son sus excentricidades, sus manías, su desastroza vida personal así como su éxito profesional, es en definitiva todo lo que a cualquiera le gustaría ser en este siglo de fracasos y perdiciones: un hombre apasionado, inteligente, irónico, seguro de si mismo, pero sobretodo, un hombre libre.
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